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DISFRUTENLA!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Cuentos cortos x Nico B.

Para promediar la semana nada mejor que un poco de lectura, buena lectura, así que acá les dejo un par de cuentos cortos de este buen escritor, si les gusta más adelante subiré más. Disfrutenlo!




El hombre del sombrero de copa

-¡Ouch! - Gimió Gonzales, mientras un fino hilo de sangre rodaba por su mentón.
-Mil disculpas, Gonzales, es que estoy nervioso- Contestó su barbero.
-¿Y se puede saber por qué está tan nervioso como para cortarme así?- Replicó enfadado.
El barbero le limpió el mentón, mientras le aplicaba una diminuta gasa en la herida. Aprovechó para acercarse a su oido y asegurarse que nadie del local lo oiga.
-Es que ese señor.... que está esperando un corte.... no me gusta nada, y para peor le veo cara conocida...-
Gonzales se dió vuelta bruscamente para observar a ese hombre de unos 70 años, un señor mayor, mirando sin leer un diario viejo, de ya 4 días de vida. Su sombrero de copa le daba un singular aspecto al traje caqui que tan mal puesto traía.
-¡No lo mire así de directo!-Chilló el barbero, presionandole la herida con la gasa. Gonzales trinó con los dientes y volvió la mirada al espejo. Se quedó perplejo mirando el reflejo. No encontraba al singular hombre de sombrero de copa reflejado. Gonzales giró bruscamente, pero el hombre ya no estaba allí. Estaba en la puerta, retirandose.
-¡Señor!-Alcanzó a gritarle el barbero. -Mire que ya termino con él, no se vaya.
-Se me está haciendo tarde, me surgen otras urgencias- carraspeó el singular hombre de copa.
-¡Espere, hombre!-Gritóle el barbero aún con media gasa en la mano y su cuchilla de afeitar en la otra. -Yo a usted lo conozco....-
-Por supuesto que me conoce-dijo el hombre acomodándose su irregular saco.
-¿Usted quien és?-preguntó curioso el barbero.
-Yo soy el diablo-contestó. Dió media vuelta, cerró suavemente la puerta y desapareció de la tierra junto a las almas del barbero y de gonzales.




Así, no!

-Acá no se puede entrar así vestido- Escupió aquel gorila disfrazado de patovica.

Juan volvió sobre sus pasos hacia el centro de Avellaneda.Aquella noche estaba todo cerrado.

-Ni que se pudiese hacer algo con la vida nocturna que hay acá- Dijo Juan para sus adentros.

Por las noches, Avellaneda se caracteriza por ser un lugar en donde prima la ausencia de vida. Pero esa noche era especial. Se respiraba la ausencia de movimiento. Esa noche, todo estaba DEMASIADO calmo. Faltando dos cuadras para llegar a su departamento de la avenida Mitre, Juan notó que hacía diez cuadras que no veía ningún colectivo o siquiera un auto pasar por allí.

Se detuvo en seco a observar detenidamente. Semáforos intermitentes de tanto amarillo.

Ni un solo auto.

Los cielos ausentes de pájaros.

Ni un solo auto.

La avenida insonora totalmente, silencio de tumba.

Ni un solo auto.

¿Estarían todos bien en su casa?.

Ni un solo auto.

Trotó dos cuadras y dobló rápidamente por la calle 9 de Julio. Nuevamente se detuvo en seco. No fue la ausencia de ruido lo que detuvo a Juan, sino la excesividad de gente, de luz, de ruido que había frente a la puerta de su edificio.Corrió hasta la entrada, empujó vecinos curiosos y llegó a la barricada que le impedía la entrada a su edificio.Un policía enmascarado le tomó el hombro con sus guantes de protección radioactiva.

-¿Usted que busca?- Inquirió.

-¿Qué pasó ahi adentro? Yo vivo ahí, mi familia está durmiendo adentro. ¡¡Dejame pasar!!- Terminó gritandole al uniformado, mientras lo apartaba de un certerp golpe al mentón.

Otro de los uniformados acertó un culatazo en su rodilla, lanzando a Juan al suelo.Se arrodilló el hombre, y mientras lo apuntaba con su rifle le dijo:

-Acá no se puede entrar así vestido-

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